Como bien sabes, el café es una bebida compuesta en su mayor parte por agua, por ello, no debería asombrarnos que el agua sea un elemento clave en la elaboración de un buen café, por lo que, verificar su calidad es muy importante.
Por raro que parezca, las características del agua suman o restan valor al sabor del café. El agua sin tratamiento adecuado puede alterar el aroma debido al cloro, así como la presencia de pequeños residuos de materia orgánica al fondo de la taza.
Existen varios parámetros a considerar en cuanto a la calidad del agua, entre ellos, el pH, la alcalinidad, la dureza y el TDS. El TDS es el indicativo de la concentración del café una vez infusionado, por tanto, de su intensidad; y este aspecto tiene influencia directa sobre la eficacia de la extracción del café. Por lo anterior, la SCAA establece protocolos y estándares de calidad tanto del agua como del café.
El primer punto a considerar es que debes olvidarte por completo de hervir el agua para hacer café, debido a que la temperatura ideal para preparar un café está entre los 90° y 96°, esta medida permite que las cualidades y características de los granos de café se mantengan. Si el agua se encuentra muy por encima o por debajo de una temperatura adecuada, nuestra bebida cambiará completamente, por lo que perderemos gran parte de su aroma y sabor original.
Si no cuentas con un termómetro en casa, lo que debes de hacer para lograr la temperatura ideal es nunca dejar que el agua llegue al punto de ebullición, es decir, que no hierva. Las burbujas pequeñas que se forman en el fondo cuando pones a calentar el agua, son la señal de que el recipiente está listo para ser retirado del fuego.
Sin Sabores ni olores malos
Conductividad de 200 a 800 micro Siemen
Total de solubles disueltos
pH o Acidez de 7
Sodio ideal es de 10 mg/L
Dureza total (volumen de sales) entre 8º-15ª dGH
Dureza temporal (volumen de carbonatos) entre 4º y 6º KH